De todos los sermones que se han predicado, éste sobresale como el pináculo de la perfección en cuanto a sermones, pues es igual a las grandes sonatas en que no hay una sola nota fuera de lugar. El sermón de Jesús ocupa solamente tres capítulos de la Biblia, y sin embargo ha inspirado incontables volúmenes de exégesis y exposición, y eso sin mencionar cuántas vidas han sido transformadas mediante sus enseñanzas. Cada faceta del sermón reluce como una joya exquisitamente tallada, en la que los destellos de verdad resplandecen con brillo casi cegador. Hoy queremos examinar con ojo de joyero una de las facetas del sermón: Las Bienaventuranzas. En ellas es posible observar las cualidades impecables de una fe sencilla.
Muchas son las advertencias que el Señor Jesús hizo acerca de la hipocresía. Ponerse una máscara para mostrarse piadoso es un acto desagradable a los ojos del Señor, es algo que debemos evitar a toda costa.
El pastor Swindoll nos invita a poner nuestra fe en Cristo de una forma sencilla, obedeciendo Su ley por supuesto, pero confiando en que Él es quien nos salva. Como creyentes debemos tomar el camino que el Señor puso delante de nosotros, el camino de una fe sencilla, preocupándonos no solo por lo que hacemos en el exterior, sino por lo que está en nuestro corazón. Si vivimos de esa forma podremos, tal como afirma el pastor Swindoll, «sazonar y brillar» con la sal y la luz que Jesús ha puesto en nosotros.